martes, 23 de noviembre de 2010

CURACAS

El curaca era el jefe político y administrativo del ayllu andino. Originariamente debió ser el más anciano y más sabio, y gobernar de manera paternalista; pero como su autoridad la heredaba aquel de sus hijos que denotaba especial capacidad, es obvio que el criterio de la edad no fue siempre seguido.
Los incas, a su vez, nombraron curacas para reemplazar a los que hubiesen demostrado resistencia tenaz contra su dominación. Entre sus funciones se hallaban:
  • Reparto de topos o lotes de tierras agrícolas.
  • Protección de los pobres.
  • Labores de mantenimiento de la red hidráulica (limpieza y reparación de canales de riego).
  • Resguardo de los linderos de la comunidad.
  • Organización de la minka o trabajo comunal.
  • Redistribución de los excedentes almacenados en collcas.
Debido a su autoridad, tenían derecho a poseer tierras y ganado de carácter privado, y acceso a pastos de la comunidad. El curaca, por lo tanto, podía exigir prestaciones personales, pero no se apropiaba de bienes en especie, salvo de los mercaderes. Asimismo, vivía en una casa amplia con servidumbre de ambos sexos. Tenía varias esposas, provenientes de su mismo ayllu o de pueblos vecinos, y a veces incluso, cedidas como favor especial, por el Inca.

El símbolo supremo de su autoridad era la tiana, un asiento de madera, piedra o metal, de apenas 20 cm. de altura aproximadamente, objeto del cual tomaban posesión el día de su asunción al mando. Los pueblos originarios no tenían el concepto de poderío o imperio, como era entendido por los españoles. Para ellos la autoridad no estaba basada en el poder, sino en el ejemplo. Por eso el curaca debía ser una persona, experimentada y sabia, no alguien ambicioso.

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